La importancia de las competencias blandas en el desarrollo curricular

Cuando pensamos en blando, normalmente lo relacionamos con algo suave, esponjoso, que cambia de forma, incluso algo fácil de manejar. Y si buscamos en la Real Academia de la Lengua Española RAE 1, encontramos una definición bastante particular que indica esto: “Que se corta, se raya, cede o se deforma con facilidad, especialmente al presionar”; definición que se enfrenta a esta otra de Word Reference2: “Tierno, suave, que cede fácilmente al tacto” , la cual, indiscutiblemente genera una sensación de agrado, e infiere que lo blando es flexible, humano, cercano, cotidiano, muy del ser y de su espíritu.

Posr otro lado, al hablar de competencias entendemos, en primer lugar, que existe una relación directa con el desarrollo cognitivo: apropiación de contenidos conceptuales, desarrollo de procesos de pensamiento, modificación de funciones cognitivas; en segundo lugar, involucra un desarrollo procedimental: relacionado con los procedimientos, los procesos, la forma de hacerlos, la aplicación, el análisis, la creación y producción de cosas nuevas a partir de lo que sabemos; en tercer lugar, un desarrollo actitudinal: manejar las emociones, tener dominio propio, desarrollar la conciencia plena, preocuparse por el propio bienestar y el de los demás, tener empatía, poder amar y ser amado, entre otros millones de cosas. Ser competente implica además una enorme capacidad para desenvolverse en diversos ámbitos, resolver situaciones problema, poder enfrentarse a la incertidumbre y a eventos fuera de lo común, ser autónomo, rediseñarse, autogestionar, organizarse, enfocarse y ser un mejor ser humano día con día.

El término competencia blanda se refiere a una capacidad que se desarrolla como una pequeña semilla desde el vientre de nuestra madre y se fortalece como un árbol robusto, en el contacto con nuestros padres y hermanos, con los amiguitos y familiares, con los compañeros y maestros en la escuela y la universidad, con los amigos en la adultez, la pareja, los vecinos, así como con los colegas y compañeros del trabajo. Las competencias blandas permiten relacionarnos de manera efectiva, consciente y empática no solamente a nivel personal, sino que actualmente son fundamentales en el campo laboral e inciden de forma directa en el perfil de egreso de las instituciones de educación, así como en el perfil profesional que buscan las empresas para contratar a sus colaboradores.

Se han hecho muchos e interesantes estudios acerca de estas competencias blandas, me quedo con algunas propuestas que toman como base las siguientes competencias para fortalecer la interacción del ser humano con los demás en todas sus acciones de vida: trabajo en equipo, comunicación, liderazgo, motivación, influencia, toma de decisiones, capacidad de escucha, empatía, resiliencia, conocimientos políticos y culturales, negociación, fomento de la confianza, gestión del conflicto y entrenamiento.

Y es que, las competencias blandas permiten al ser humano generar interacciones más enfocadas al enriquecimiento como ser humano. Nuestro mundo requiere de personas que sean altamente competentes en este aspecto tan fundamental para la convivencia, razón por la que nos preguntamos ¿cómo lograr que cada niño, niña, joven y adulto se fortalezca en ellas?

Para aprender a caminar se aprende caminando, bailar se logra bailando, cocinar…cocinando; alcanzar niveles altos en las competencias blandas solamente se puede lograr interactuando con otros en los ámbitos personal, académico y laboral. Para fortalecer nuestras competencias blandas debemos ser capaces de vencer las pruebas que nos pone la vida, así como de una combinación de experiencias, que traen consigo diversos ejercicios de interacción con el otro; implica la solución de situaciones que ponen en riesgo nuestra relación con los demás, pero ante todo de la voluntad propia y de las ganas de ir fortaleciéndonos en esas competencias blandas día a día.


Un ambiente propicio e inicial para su desarrollo es el hogar, primera fuente de formación de dichas competencias, un hogar en donde se posibilite la comunicación, se forme en la empatía y se fortalezca con la resiliencia y el dominio propio. Para complementar esta enorme labor, la escuela debe generar todo un proceso de rediseño curricular en el que las competencias blandas sean parte de la malla curricular de cada grado que cursan nuestros estudiantes, pues estas se forman con el paso de los años, a partir del desarrollo evolutivo y sicológico de cada estudiante y del aporte de las áreas del saber, así como de los procesos de socialización, de enseñanza, aprendizaje y evaluación. Pero trascienden, cuando en el currículo logramos determinar su acción transformadora en los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales.

Esto se evidencia en el currículo formal, a partir del diseño de las secuencias curriculares, las unidades de aprendizaje, los instrumentos y técnicas de evaluación, en los cuales el fundamento es el desarrollo de dichas competencias blandas; así mismo, en el currículo real con la coherencia de las acciones, en las clases, en los encuentros con el docente, en el trabajo en equipo y en los aspectos extracurriculares que configuran el paso de nuestros estudiantes por la escuela. Pero también en el currículo oculto, donde la apropiación de las competencias blandas se da cuando el propio docente y el estudiante comprenden la necesidad de caracterizarlas en su existencia, de asumirlas voluntariamente como parte de su vida, para poder entender mejor a sí mismo y al otro, a fin de desarrollar su alteridad, su empatía y su comprensión del mundo.

Como maestra y formadora de maestros, he visto pasar generaciones de niños, niñas y jóvenes que lamentablemente no tuvieron la oportunidad de estudiar en escuelas donde el currículo transversaliza las competencias blandas y las pone como el faro que permite navegar en la vida con asertividad y afectividad. Pero también he logrado ver con alegría, como estas últimas generaciones vienen formándose en escuelas donde las competencias blandas son parte de la apuesta pedagógica, se sumergen en las situaciones de aprendizaje, corren libres en las aulas fortaleciendo a nuestros estudiantes y haciendo que sean más empáticos, seguros y sobre todo más humanos: escuelas donde la escucha, el buen trato, el trabajo en equipo, la alteridad y el dominio propio, enriquecen el saber conocer, el saber hacer, el saber ser, el saber emprender, así como también el saber convivir juntos1. Esperemos que las nuevas generaciones sean capaces de enfrentarse a la adversidad implementando estas competencias blandas en cada uno de sus actos, transformando así nuestro mundo en un mejor lugar para vivir.

  1. Española, R. R. A. (2010). Ortografía de la lengua española . Espasa. ↩︎
  2. Landesman, B. (2002). WordReference. com. Reference Reviews. ↩︎

Referencias:
Delors, J., Amagi, I., Carneiro, R., Chung, F., Geremek, B., Gorham, W., … & Stavenhagen, R. (1997). La educación encierra un tesoro: informe para la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo Veintiuno. Unesco.
Española, R. R. A. (2010). Ortografía de la lengua española. Espasa.
Landesman, B. (2002). WordReference. com. Reference Reviews.

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